jueves, 12 de noviembre de 2009

Domingo miseria

Un ojo al gato…


Domingo Miseria.

Por Christian Sandoval.

Hoy, es uno de esos días en los que no quiero escribir pa ni madres, mi creatividad está al mínimo y mi sueño es un resto, dormí bien… no estoy, ni siquiera, medianamente cruda, simplemente es una de esas ocasiones en las que preferiría estar haciendo cualquier otra cosa que no sea escribir, tener ideas y ponerlas en orden… a veces puede llegar a ser una hueva.

¿Cómo trabajan los escritores? ¿Qué les da valor? ¿De dónde sacan las jaladas que luego le cuentan a los demás? ¡mñeee! Juan Trigos dice que el papel aguanta lo que le pongan, cualquier cosa puede ser escrita, las reflexiones más elevadas o las más atroces obscenidades, los pensamientos más mediocres ¿Qué rayos es esto de plantear cosas intangibles a través de signos cuyo significado puede penetrar en la mente humana y conmoverle? (o asquearle), como diría mi cuate “el nene” ¡Ah, la madre!

Ignoro por completo si soy escritora, o si puedo llegar a serlo, tengo cuentos, poemas (increíblemente malos), columnas, ensayos y tres novelas empezadas, lo único que comprendo ahora, es que amo perder el trasero frente a una máquina todo el día, inventando idioteces, incluso puedo escribir algún artículo con ayuda de una información documentada y datos obtenidos de investigación de campo… pero eso de la reporteada permanente no más no se me da, sin embargo por ahí dicen que el medio más chido para acercarse a la literatura es el periodismo.

Charles Bukowski, soñaba con llegar a ser reportero, pero nadie lo contrataba por que no tenía carrera, los cuentos que escribía, las revistas se los regresaban con miles de disculpas y frases de ánimo como, “siga intentándolo” llegó a vivir de una barra de caramelo al día con tal de tener suficiente tiempo para escribir y seguirse emborrachando… también había temporadas en las que no escribía, sólo se emborrachaba, no le interesaba trabajar, sólo vivir.

De pronto se hizo increíblemente rico, mi teoría es que sus novelas triunfaron gracias a su sinceridad, no pretendía ser un héroe, nada más se dedicó a narrar las aventuras de un perdedor (él) al que casi todas las mujeres rechazaban, que limpiaba sus calzones con periódicos húmedos y que cuando quiso robar para comer (un pepino) ni siquiera pudo hacerlo.

Otros escritores tienen métodos más sanos y sistemáticos, como Gabriel García Márquez, quien tiene un horario definido para trabajar y no puede escribir sin tener tres o cuatro diccionarios a su lado, también están aquellos que las palabras les salen de manera tan natural, como si de un pedo se tratara (mi vida, José Agustín) porque ya desde su más tierna juventú aprendieron la mecánica del escrituraje, ya que llevaban un diario de quinceañera.

Ya llevaba mi diario de quinceañera, todavía escribo de vez en cuando en uno, pero nunca he llegado a llenar una libreta, lo de la sinceridad aquí esta: No tengo ni la más mínima idea de si soy escritora o pueda llegar a serlo… no tengo esperanzas de llegar a serlo, es más, no tengo esperanzas de nada, y este hecho me tiene sin cuidado, es tarde, debo sacar de mi mente a una incomprensible criaturita con cabello profusamente rizado y ocupar el resto de la tarde en hallar la manera de evadir (al menos un día más) una vida coherente.

Listo.

Ahora me falta la disciplina…

Comentarios: lolita_ninful@hotmail.com

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