martes, 19 de enero de 2010

Un oclayo al misifuz

UN OJO AL GATO


Presenta:

El niño que escupió su esqueleto

Primera parte.



Por Christian Sandoval.



El día que la señora Uyuyuy llegó a casa con una visita importante, Rodrigo estaba encerrado en su cuarto bajo la estricta orden de no asomarse siquiera: “Doña Patricia viene al rato, no salgas hasta que te avise por que la puedes asustar ¿entiendes?” por eso se quedó papando moscas, con los ojos entrecerrados giraba sobre su trasero, pero entonces, para su mala, mala suerte sus ojos interceptaron algo plano y brillante.



No lo dejaban ver a nadie, su única compañía era la criada, que hoy estaba en su pueblo (por eso su madre estaba tan enojada… tener que cuidarlo ella misma ¡diablos!). De vez en cuando su padre lo buscaba dando vueltas por aquella casa enorme y sola, para encontrarlo en alguno de los últimos recovecos balanceándose… balanceándose, con la muchacha limpiando sus babas, de hecho, Rodrigo no era un niño muy activo, pero a veces tenía arranques movidos por algún sencillo motivo como el hambre.



“¿Cómo es posible?” pensó la señora Uyuyuy llena de indignación, que a Concha se le ocurriera largarse justo este día, que viene la esposa del presidente municipal, dejando que ella misma se encargara de Rodrigo, y aún peor, ¿como podía ella, siendo una persona tan importante, tener un hijo como ese? “No es justo” se dijo, mientras retiraba la tetera silbante de la parrilla.



Rodrigo se acordó que esa cosa brillante era donde se ponía la comida, si Concha, que no era de la familia, le daba de comer tres veces al día, ¿Por qué su mamá había olvidado darle algo hoy? , se aburría a lo grande, la panza le gruñía y la baba aumentaba en su boca; imaginando papilla tomó el plato y comenzó a luchar contra la puerta.



-¿Una taza más señora Paty? - dijo amablemente la señora Uyuyuy con una máscara sonriente que trataba de ocultar sus nervios, la visita no había alcanzado a responder, cuando apareció Rodrigo, babeante, aproximándose con esa rara manera de andar y haciendo escándalo, en sus manos tenía un plato que tendía con desesperación a su madre sin dejar de gritar un solo segundo, la señora Paty retrocedió espantada, de hecho, ni sabía que su amiga tuviera un hijo por lo que estuvo al borde del desmayo.



Después de tanta confusión, a la anfitriona le costó quince minutos luchar con su hijo para encerrarlo en su habitación y una hora calmar a su invitada, que cuando recobró la tranquilidad se marchó enfadada, no podía permitir a la señora Uyuyuy pertenecer al comité de La Casita del Niño, después del evidente maltrato a su propia criatura, pobre retrasado, debió pasar años oculto sufriendo todo tipo de maltratos, -¡Ni siquiera lo alimenta!- gritó la primera dama- esto lo sabrán el comité… ¡la ciudad entera!.

Madre e hijo quedaron solos, abajo, en la sala, la señora Uyuyuy podía escuchar a Rodrigo tratando de abrir la puerta otra vez.



Continuará…





Esta vez, decidí mostrar uno de las primeras historias que escribí en la vida, forma parte de un libro llamado “Cuentos de miedo y ternura” que me aventé en la prepa, espero que sea de su agrado, de todas maneras, cualquier comentario es bienvenido a:



Lolita_ninful@hotmail.com

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