UN OJO AL GATO.
El talento puede salvar tu vida
Parte III.
Por Christian Sandoval Hernández.
Wladyslaw Zpilman fue otro artista judío cuya vida se volvió horrenda gracias a la Segunda Guerra Mundial. (Si, este histórico acontecimiento bastaría para escribir un titipuchal de columnas, pero esta es la última). Zpilman, que estudió en el Conservatorio de Varsovia y la Academia de Artes en Berlín, trabajaba como pianista en una estación de radio, cuando los nazis invadieron Polonia en 1939, de echo estaba muy tranquilo chambeando cuando ¡mocos y kabum! ¡Cayó un bombazo que destruyó la estación! Al principio, tanto él como sus compañeros de credo, se vieron obligados a llevar estrellas de David en la ropa, les fue prohibido usar transporte público, entrar en establecimientos comerciales, y se limitaron los productos que podían comprar. Después fueron aprisionados en el gueto de Varsovia.
El Warschauer Ghetto (donde fue a dar el pobre Wladyslaw con su familia) comenzó a funcionar en 1940. En él, se aprisionó casi al 30% de la población de Varsovia; era un lugar pequeño en proporción a su número de habitantes, así que aparte del hambre, enfermedad y condiciones insalubres había problemas de sobrepoblación. Primero, nuestro interfecto tocaba el piano en un pequeño “café” de la prisión, sin embargo, cuando los soldados comenzaron a llevar a las personas a campos de concentración en vagones de ganado, él, sus padres, hermanos y hermanas fueron seleccionados para ir a Treblinka. (*)
Podría decirse que Zpilman fue… ehmm ¿afortunado? Antes de abordar el tren, un policía nazi que fue su amigo lo apartó de los “seleccionados” y aunque salvó la vida tuvo que ver como se llevaban a los suyos, ¡no mamar! ¿Puede alguien imaginarse un dolor así? Para disimular su escape se puso a trabajar en una construcción, pero esto fue muy pesado para él, entonces con ayuda de otro amigo fue trasladado a un almacén de alimentos.
En 1943 el buen Wlady participó en el levantamiento armado de su gueto contrabandeando armas, pero su salud se fue deteriorando debido al trabajo duro y la desnutrición, para sobrevivir tuvo que escapar; unos amigos alemanes le proporcionaron escondite en Varsovia, cuando estos se ven forzados a huir para evitar ser investigados nuestro pianista deambula por los edificios abandonados en busca de refugio y comida ¿Quién podría olvidar la famosa escena de la película “El pianista”, donde él camina solitario entre los edificios destruidos? .
Ahí viene lo bueno, en esas expediciones se encuentra una lata de pepinillos “Ogorki”, pero ¡oh! mala suerte, Zpilman no tenía abre latas. En su desesperación intentó abrir la lata golpeándola y arrojándola, el ruido llamó la atención de Wilm Hosenfeld, oficial alemán que bien pudo matarlo, o llevarlo a un desgraciado campo, pero en vez de eso, al saber que Zpilman es pianista, le pide que toque algo, Wladyslaw, todo nervioso, interpreta la primera balada Op. 23 en sol menor de Chopin en un piano derruido, el capitán queda tan fascinado con la música que lo oculta de los demás soldados y le lleva comida con frecuencia.
Por ahí se dice que la música calma hasta las bestias ¿no?, Me pregunto en que estaría pensando Hosenfeld, su “obligación ante la patria” era delatar al pianista, sin embargo muchos soldados no estaban de acuerdo con la ideología nazi, sólo cumplían las órdenes de herr Hitler para evitar ser fusilados por su mismo régimen. ¿Sería él uno de ellos? O simplemente no fue capaz de matar a alguien que podía interpretar hermosa música. De no ser así ¿le habría volado los sesos?
Antes de la derrota nazi, Hosenfeld intentó escapar de las tropas los rusas que se acercaban, al llevarle la noticia a Wladyslaw, se despide, le deja provisiones y le regala su abrigo, pues hace un frio endemoniado. Cuando los enemigos de Alemania llegan a liberar la cuidad, encuentran al pianista con ropa nazi; entonces disparan contra él creyendo que es un soldado, y bueno pues, ya expliqué el punto, si quieren saber que pasó vean la película o lean “El pianista del gueto de Varsovia” de ediciones Turpial y Amaranto.
Los judíos de Varsovia fueron los únicos que opusieron resistencia al dominio alemán: con pistolas de mano, bombas molotov y explosivos caseros lograron detener el traslado de personas a campos de concentración durante tres meses, hasta que los soldados alemanes, al mando de Jürgen Stroop, prendieron fuego a todos los edificios del gueto, (muchos rebeldes se suicidaron arrojándose por las ventanas). La mayoría de los hebreos se negaba a creer que los campos de concentración fueran sitios de exterminio, donde diariamente miles eran asesinados y reducidos a cenizas en hornos, que la grasa que producía esta combustión era usada para fabricar jabones, ¿cómo podía ser cierto algo tan terrible? Lamentablemente esta incredulidad y la naturaleza pacífica de los israelíes fueron de gran ayuda para los nazis.
(*) Treblinka: un campo de exterminio construido por los nazis como parte del Holocausto, el aniquilamiento sistemático de judíos y otros grupos. Estuvo funcionando desde julio de 1942 hasta octubre de 1943 en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Algunas estimaciones actuales dicen que 850.000 personas fueron asesinadas en ese lugar.
1 comentario:
Chido, chido, aunque el cambio... creo que me latía más ese concepto de Lolita cadaver que el de ninfularva... saludos.
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